QUERIDO CEO:

Sé que lo sabes, pero te lo recuerdo: un líder puede ser un jefe, pero no todo jefe es un líder; por lo tanto ser CEO no te convierte en líder. Muchas personas, al ir asciendo a niveles más altos en los organigramas, cometen el error de querer convertirse en ‘el jefe’ en lugar de desear convertirse en un líder. Líder y jefe no son sinónimos. Se es líder cuando se tiene seguidores.

La autoridad es muy diferente del poder. Puedes tener poder por tener un cargo, pero no es suficiente si no te ganas la autoridad. Y la autoridad no te la otorga tu puesto, debes ganártela ya que viene de abajo hacia arriba. El jefe basa su influencia en el poder del cargo que ostenta, sin embargo el líder cultiva y cuida su liderazgo ganándose la simpatía de quienes le rodean.

Los grandes líderes comparten una combinación de rasgos y comportamientos. El jefe ordena, el líder guía y aconseja. El jefe inspira miedo, el líder entusiasmo. El jefe siente la necesidad de imponer su criterio, el líder convence y sus argumentos no buscan desterrar a los demás, sino construir. El jefe presume de sus éxitos, mientras que el líder los comparte. La humildad es una de las virtudes fundamentales necesarias de los grandes líderes, son conscientes de sus debilidades y tienen en cuenta que necesitan a todo su equipo para conseguir sus objetivos, por ello el jefe dice «yo» y el líder dice «nosotros».

Liderazgo es la capacidad de influir en las personas para encauzar sus esfuerzos hacia el logro de una meta o metas especificas. Un gran líder es una persona inspiradora y movilizadora que alienta lo mejor de cada una de las personas de su equipo. Ahora bien, por mucho que te empeñes, si no logras la meta o metas específicas tampoco puedes ser un líder.

Los líderes no son una raza diferente de personas, apreciado CEO. Las habilidades de liderazgo pueden ser enseñadas y aprendidas. Te animo a buscar siempre la mejora e inyectar entusiasmo y energía en tu equipo, en definitiva, a ser un gran líder.

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